“MUY LEJOS DE DIOS Y MUY CERCA DE ESTADOS UNIDOS”

“MUY LEJOS DE DIOS Y MUY CERCA DE ESTADOS UNIDOS”

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/45904-

La Declaración “Final” del IVº Encuentro del Foro de San Pablo, que no fue votada ni discutida como se debía (ver nota), es una expresión harto clara de la línea política fundamental que orienta a un núcleo clave de las direcciones de izquierda de América Latina. Un corresponsal uruguayo acaba de hacer notar, con aprobación, que la mencionada declaración, en sus casi 20.000 espacios, solo menciona al imperialismo una vez y al socialismo nunca. En esta época de encuestas, porcentajes y mediciones, el cálculo mencionado no podría ser más lapidario. Las circunstancias que rodearon a la “aprobación” de la Declaración “Final” (ver nota) revelan que la finalidad principal de este cuarto Encuentro fue preparar a la izquierda para una negociación estratégica con el imperialismo. La necesidad de esta negociación fue subrayada por Cuahutémoc Cardenas, del PRD de México, y por Shafik Handal, del FMLN de El Salvador. De todos modos, las líneas maestras de esta integración al imperialismo fueron colocadas por los Encuentros anteriores, donde también se estableció una relación orgánica con el Parlamento europeo, Aun no han prosperado en el Foro las propuestas de circunscribir la participación en él a los partidos con representación parlamentaria, pero ya se ha establecido un cuerpo separado de las reuniones anuales del Foro compuesto por partidos que cuentan con esa representación. No podría ser más grosera y sinuosa la intención de proscribir del campo de la izquierda a los partidos revolucionarios. Una buena parte de los partidos del Foro paraticipará próximamente del Foro de partidos gubernamentales integrados en la COOPAL, una integración que deberá acabar con el mismo concepto de lucha, porque dejará de haber sencillamente diferencias de principios y elementales con los gobiernos capitalistas existentes y a existir.

La originalidad de los planteos del Foro están resumidos en el siguiente párrafo de la Declaración: “El proyecto que queremos supone combinar la existencia del mercado con una función reguladora del Estado … y la enérgica promoción de cambios estructurales necesarios para configurar el desarrollo con democracia y justicia social …”. Se trata de una pavada que podrían suscribir Quarracino y Duhalde, De la Rua y Bordón, Alfonsín y el propio  Menem, y por sobre todo Clinton, cuyo plan económico prevé, precisamente, introducir “una función reguladora del Estado”, incluso más atrevida que la que imaginan los autores del Foro. La función más pérfida de este planteo es que consagra el pago de la deuda externa y la privatización de las empresas del Estado, toda vez que el no pago y la expropiación del capital usurpador del patrimonio nacional, supera los límites de una “función reguladora del Estado”.

La Declaración, siguiendo a todas las anteriores, vuelve a “expresa(r) su respaldo a los esfuerzos que en Centroamérica realizan el FSLN, el FMLN, y la URN de Guatemala por fortalecer los procesos de paz que se desarrollan en el área y por la flexibilización y concertación de políticas a favor de las mayorías populares”. En eso mismo está el Departamento de Estado de Clinton, que recientemente debeló un golpe de Estado en Guatemala, que pretendía interrumpir el “proceso de paz”; que fue el artífice del acuerdo de El Salvador, como lo reconoció Shafik Handal; y que se encuentra dividido respecto a Nicaragua, porque ciertamente la crisis completa en este país amenaza llevar, no a un “proceso de paz”, sino a una guerra civil donde el FSLN se termine encontrando, con toda probabilidad, en ambos lados de la barricada.

El contenido fundamental de la declaración, y fundamentalmente el planteo de una negociación estratégica con el imperialismo, no consulta la posición de una parte numerosa, y probablemente mayoritaria, de los partidos del Foro, que sin embargo ha sido, y sigue siendo, incapaz de abandonar su completo sometimiento ideológico a la derecha. La razón de esta atadura umbilical de la izquierda a la derecha es que tiene en común con ésta un planteo estratégico democratizante, es decir contrario al gobierno obrero y campesino y a la destrucción del Estado burgués, es decir a la revolución nacional conducida por la clase obrera.

Es que uno de los fenómenos que menos destacó el Foro de La Habana o que más procuró encubrir, es que la mayoría de los partidos o frentes que se jactan de inminentes victorias electorales o de gran apoyo popular, no solamente se encuentran en una terrible crisis, sino que sus direcciones oficiales son minoría. Es el caso de Lula, del PT, en donde el último congreso mostró la victoria del ala izquierda, a pesar de que antes habían sido expulsadas las corrientes Causa Operaria y Convergencia Socialista, asi como varias decenas de organizaciones regionales. Es el caso de la crisis en el FA. donde el PC, los tupas y el 26 de marzo integran la oposición de izquierda a la troika anti-obrera de Seregni, Astori y Tabaré Vazques. Es el caso de Nicaragua, donde Daniel Ortega acaba de  declarar sus divergencias políticas con su hermano Humberto, jefe del Ejército (Los Angeles Times, 7/8), y donde el ala izquierda (los 29) ha pedido la separación definitiva de toda su dirección, la ruptura con el gobierno Chamorro y la lucha por un gobierno propio. Es también el caso del FMLN, dividido en seis fracciones y muchas más empresas.

La posición del Partido Comunista de Cuba fue resumida por Fidel Castro de la siguiente manera: no hay posibilidades de luchar por el socialismo, lo que se necesita es derrotar al modelo neoliberal. Lo que a los oídos de los delegados, educados en la teoría de la revolución por etapas, sonó como sabias palabras y un realismo sorprendente, es en realidad un planteo vacío de contenido, porque hasta ahora no se ha demostrado que fuera posible derrotar al imperialismo, y sus planes, o a sus modelos, y en este caso al neo-liberalismo, por otra vía que no sea la conquista del poder por los trabajadores. Fidel Castro llamó de hecho a deponer el antagonismo de clase con la burguesía latinoamericana y con el imperialismo, para hacer una causa común con esa burguesía en una política de presión o negociación sobre el gobierno norteamericano. Este planteo, lejos de realista, es de una ingenuidad, esta sí sorprendente, que puede servir a los intereses de la diplomacia, pero no a los de la revolución, ni a las masas de América Latina.

La crisis cada vez mayor del izquierdismo democratizante de América Latina plantea una perspectiva cada vez más cierta de una escisión en el Foro de San Pablo. Este Foro pudo haber tenido alguna utilidad para integrar a la izquierda a una estrategia de colaboración con el imperialismo, pero deja de tenerla cuando esa colaboración comience a tomar la forma de compromisos más definidos. El Partido Obrero advierte sobre esta tendencia política y esta perspectiva, y declara que su consolidación servirá a la causa de la contrarrevolución interna y externa contra el movimiento obrero. Llama a la izquierda del Foro de San Pablo a romper con los frentes y partidos que impulsan la colaboración con el imperialismo y a formar partidos y frentes independientes y revolucionarios.