JOSÉ LÓPEZ: TODO EL RÉGIMEN POLÍTICO Y SUS PARTIDOS EN LA PICOTA

JOSÉ LÓPEZ: TODO EL RÉGIMEN POLÍTICO Y SUS PARTIDOS EN LA PICOTA

Hoy, domingo 19, todos los que debían decir algo sobre las bolsas voladoras de José López, ya han abierto la boca. Los lavadores seriales de dinero, que ahora volverán a beneficiarse con la sanción de un blanqueo obsceno, disfrutan de la posibilidad de deslindar su corruptela apabullando a un adversario político. Estos personajes, precisamente por sus funciones en bancos y financieras nacionales e internacionales, han tenido participación activa en la evasión de capitales en todas las maniobras que precedieron a las crisis que comenzaron a partir de 1982. No es casual que se destaquen en las cuentas ‘off shore’ y que tengan una vocación restringida por los blanqueos. La ley que tiene media sanción de Diputados no establece que quien blanquee en forma parcial sus tenencias ocultas en el exterior sería sancionado con la anulación de toda la operación. O sea que el vaciamiento sigue.

Doce años de afanos

Los Verbitsky, por su lado, se justifican, como la ha hecho CFK, en la “corrupción estructural”, para justificar sus propios desfalcos o la responsabilidad política por ellos, que se convierten así en “estructurales”. Verbitsky pondera ahora la sapiencia de un proyecto “acerca de la corrupción”, que atribuye a un fallecido, Aldo Ferrer, escrito recién a mediados de 2015, cuando ya habían pasado doce años de saqueo sistemático del Tesoro nacional. La ex presidenta asegura que ella no le pagó las coimas al tenedor de dólares-billete embarrados y de ryales de difícil conversión, cuando el interrogante es acerca de la parte que embolsó ella misma y la camarilla kirchnerista en este desplume metódico de la obra pública, que se remontaría a los 90, desde la intendencia K en Río Gallegos. ¿Es concebible que una jefa de estado se despoje livianamente de cualquier responsabilidad después de Skanska, de los negociados de Lázaro Báez que se encuentran en estrado judicial, del terrible crimen de Once y de otros tantos en pasos a nivel o incendios de vagones – perpetrados por Jaime, Schiavi, Cirigiliano, Romero, Luna, los mismos nombres que aparecen en el complot contra los tercerizados del ferrocarril que terminó con la vida de nuestro compañero Mariano Ferreyra? Debe estar enterada que José Pedraza ya disfruta de un lujoso encierro (¿?) domiciliario. Antes de que nos pase por alto, la moneda qatarí refiere a los negociados de la importación de gas, que ahora continúa, en función de sus propios intereses, la administración macrista del petrolero Aranguren. Cuando CFK autorizó el vaciamiento de Repsol, mediante el ingreso de sus amigos Eskenazi sin ninguna clase de aporte de capital, ¿qué estaba pensando acerca de quién recibe y quien pone en estos negociados? Porque, hay que recordarlo, la operación obligaba al pago de dividendos por encima de las utilidades registradas, lo cual configura una descapitalización concertada. Cuando la maniobra Eskenazi-Repsol concluyó en el fracaso, el gobierno ‘nacional y popular’ premió el vaciamiento con una indemnización de u$s 8 mil millones de dólares y la intermediación del JP Morgan, contrariando la opinión, en ese momento, de su ministro de Economía – quien enseguida cambió de posición. El ‘affaire’ Repsol fue sustituido por el de Chevron, cuyo acuerdo sigue oculto bajo cuatro llaves, ahora por parte del macrismo ‘republicano’, que no ha vacilado en desconocer, para el caso, un fallo de la Corte Suprema – con la complicidad de la misma Corte. Se sospecha que ese acuerdo prevé pagos a la norteamericana en una cuenta ‘off shore’ y que transfiere la responsabilidad ambiental a YPF. A ningún legislador del FpV se le incurrió interpelar a los dos candidatos a cortesanos presentados por el macrismo acerca de la legitimidad de esta violación jurídica, por la sencialla razón de que son cómplices de ella, ni impugnar, claro, la propuesta oficial si antes no da cumplimiento a la sentencia que exige el conocimiento integral de ese acuerdo entre la petrolera yanqui e YPF. Nada de esto habría ocurrido en una sabatina de candidatos a jueces en el Senado norteamericano – la Meca del macrismo.

Patria Contratista, Burguesía nacional

Salvo excepciones, el escándalo de este otro Lopecito (el justicialismo los colecciona, ver López Rega) se desenvuelve hasta ahora en un marco de encubrimiento de la camarilla de gobierno de los últimos doce años, por parte del gobierno macrista y los magistrados. Ocurre que se le imputa lavado de dinero, pero no se investiga el origen de esos fondos, o sea la obra pública de la que provienen. Los jueces saben que, en ese caso, tendría que desfilar entera la patria contratista, desde Techint a las brasileñas Odebrecht y Camargo Correa, pasando por los Calcaterra y los Nicolás Caputo. Ingresaríamos, en tal caso, en el Mercosur del ‘lava jato’. Al mismo tiempo, llevaría a la Justicia a decenas de funcionarios y familiares. El presidente de la Cámara de la Construcción ya salió a poner las barbas en remojo – aunque la entidad haya sido regenteada por su predecesor en la ‘década ganada’. Las patronales temen que este ‘affaire’ obstruya, además, la obra pública que tiene prevista el macrismo, esto cuando ingresen los fondos que se hacen desear; la ‘prudencia’ del oficialismo tiene en cuenta este percance probable. La diferencia entre la corruptela K, por un lado, y la corruptela histórica del clan Macri y la patria contratista, por el otro, reside en esto: los primeros acumulan billetes para evitar ser extorsionados por gobiernos extranjeros en caso de abrir cuentas en el exterior, mientras que los segundos son prolíficos en esas cuentas, para evitar que se los agarre con los billetes en la mano. Las cuentas en los paraísos fiscales y, en especial, en los registrados en Estados Unidos, constituyen un reaseguro político para la burguesía de los países atrasados, que se ven atravesados por crisis en forma regular – y lo mismo ocurre con el conjunto de la burguesía en este período de violenta crisis mundial. Por eso tampoco blanqueará la mayor parte de lo que atesora en el exterior, a pesar de la indulgencia de la ley. La llamada ‘burguesía nacional’ es, entonces, necesariamente foránea. Es algo más que una curiosidad que los plumíferos del kirchnerismo no hayan asociado hasta ahora la deriva de la corrupción de la década pasada, con lo que ocurre en Brasil o en Venezuela, donde también regentaban o regentean gobiernos ‘nacionales y populares’. Cuando estalló el ‘mensalao’, bajo el primer gobierno de Lula, la matriz política de los sobresueldos que se pagaban a legisladores era clara: ‘lubricaban’ la colaboración política entre el PT, un partido de origen sindical, y el PMDB, una fuerza patronal que colaboró con la dictadura militar. Era el ‘precio’ del frente de clases, que es la piedra filosofal del peronio-kirchnerismo. Sin coima no se podía gobernar – por eso, ella fue presentada como una ‘estrategia genial’ de parte del PT, cuyo correlato en Argentina fue el ‘filósofo’ pedracista José Pablo Feinmann, conocido como el ‘bueno’, quien describió a Néstor Kirchner, en el libro dedicado a él, como un estratega, cuando se enteró de la rapidez con que coimeaba a un puntero de conurbano.

‘Lava Jato’ bolivariano

No menos claro es el ‘lava jato’, que responde a la alianza del PT con las grandes contratistas brasileñas, incluido el negocio petrolero en aguas profundas, sobre el que se pretendía fundar un proceso de industrialización. Lula mismo se convirtió en ‘lobbysta’ de Odebrecht en Cuba, en Perú (Ollanta), en Venezuela y en El Salvador (Funes y su esposa brasileña petista) – los más conocidos. De ese modo, las contratistas de Brasil manotearon su parte en las rentas petroleras del bloque bolivariano. La contrapartida era el financiamiento de las campañas políticas del PT y sus aliados – que salía de los sobreprecios. Lula y Dilma ‘promovieron’ al aventurero Eike Batista, para que se convirtiera en poderoso empresario ‘nacional’, en especial con los créditos preferenciales del Bndes, que acabó en la quiebra del vasto conglomerado que armó el mencionado y, ya de un modo general, en la crisis del banco estatal. En Venezuela se dio un proceso similar con la llamada boli-burguesía y las contratistas de Pdvsa. Al final esta boliburguesía acabó acaparando el negociado de fuga de capitales, al comprar moneda nacional a cambio preferencial y venderla en el mercado negro, en forma directa o a través de operaciones de comercio exterior. Asistimos, a la escala de toda América Latina, al derrumbe descomunal del nacionalismo de contenido capitalista, como a fines de los 90 había ocurrido con el llamado neo-liberalismo. La conjunción de ambos fracasos y de ambas crisis caracteriza el momento explosivo de la situación económica, social y política que transcurre en la actualidad. Es lo que a la escala menor de Argentina intentaron los K con Electroingeniería y Austral Construcciones y con contratistas tradicionales rezagados o no y, como en Brasil o Venezuela, con una alianza con inversiones de China y de Rusia, más Italia. En Argentina, la patria contratista ya se encuentra formada desde el gobierno de Onganía y luego la dictadura militar. Los principales negocios los hizo con el canje de deuda externa por empresas estatales, a precios de remate; así se quedó Techint, por ejemplo, con Propulsora y Somisa, y se reforzó luego con las AFJP, que compraron acciones de la burguesía nacional a veinte veces el valor de libros (y que ahora se van a vender a una vez y media ese valor). Esta burguesía apoyó en bloque a los K hasta el conflicto agrario, esto por su vinculación de intereses con el negocio de la soja y las economías regionales, pero se reanudó hasta 2012, cuando la candidatura de Massa señalizó una ruptura definitiva. De todos modos, los grandes bancos nacionales fueron los mayores beneficiarios de la devaluación de Kicillof de enero de 2014 y de las elevadas tasas de interés que se establecieron después para frenar la disparada del dólar – como se justifica ahora también el procesado Sturzenegger, un presidente del Banco Central que no tiene el voto del Senado.

Macrismo, FpV y pejotismo en yunta

El violento acercamiento al macrismo de parte del FpV y de sus escisiones es anterior al caso López: ocurrió con el pago a los fondos buitres y con la capitulación ante el veto a la mal llamada ley antidespidos – tanto por parte de la burocracia sindical como parte de los bloques parlamentarios, que hubieran podido reunir los dos tercios requeridos para su cancelación. Fue precedido por el voto al endeudamiento de Vidal en la provincia de Buenos Aires. El blanqueo y la estafa a los jubilados ya estaba inscripta en la agenda del FpV desde mucho antes. Todo esto demuestra el acierto de nuestro voto en blanco en el balotaje del año pasado; fuimos los únicos que caracterizamos en forma correcta a las fuerzas en presencia en esa segunda vuelta. El distanciamiento del Movimiento Evita del cristinismo también es anterior a Lopecito – lo anunció con palabras el Chino Navarro y con gestos políticos Pérsico; ahora se agregó el camporista Ottavis. El “impacto” de López sobre la ruptura del FpV con la herencia política K es una coartada ex post facto. Al macrismo y al FpV y el PJ los une el espanto a una crisis de gobernabilidad y la presión de los intereses capitalistas afectados por el impasse completo del kirchnerismo. La ex presidenta repite lo del 49% del balotaje, fingiendo ignorar que el voto a su alianza con Scioli no pasó del 38%, es decir que lo que implosiona ahora es una crisis de larga data e incubación.

¿Dónde está el Frente Ciudadano?

El Frente Ciudadano quedó en el olvido, para mayor daño de la izquierda que viró hacia la formación de un frente anti-macrista y la ruptura del Frente de Izquierda. La misma CFK se borró del ejercicio del liderazgo de ese Frente Ciudadano, que ni siquiera excluía al PJ y al FpV, que habían votado el pago a los fondos buitres. La propuesta era inviable por su contradicción de partida. El macrismo no cuenta con los recursos políticos ni económicos de su plan de ajuste: se los tiene que aportar el peronismo, de un lado, y el capital financiero internacional, que huye de todas las plazas del mundo, por el otro. La izquierda revolucionaria debe explotar en forma consecuente estas contradicciones para colocar a la clase obrera como alternativa de poder. El viernes pasado, en una nutridísima audiencia en La Matanza, me preguntaron si esperaba un giro a la izquierda de los militantes cristinistas. Respondí en forma condicionada, porque el punto fundamental tiene que ver con la clase obrera, no con los agrupamientos que han sido incondicionales de un monumental fracaso. Es necesario promover la lucha de los trabajadores contra el ajuste y el gobierno macrista y desarrollar sobre esa base una alternativa política independiente de la clase obrera. Es lo que ocurrirá en esta etapa. En estas condiciones, la izquierda revolucionaria se nutrirá de los mejores elementos de las corrientes nacionalistas y progresistas, es decir, de los dispuestos a hacer la crítica del período transcurrido. Contra la corrupción capitalista en todas sus variantes, nuestra consigna es: Control Obrero.