RESPUESTA A MIGUEL SORANS, DIRIGENTE DE IZQUIERDA SOCIALISTA

RESPUESTA A MIGUEL SORANS, DIRIGENTE DE IZQUIERDA SOCIALISTA

Una guerra imperialista en Medio Oriente

La semana pasada, Miguel Sorans, el principal dirigente de Izquierda Socialista, me honró con una crítica a un artículo que subí a mi facebook acerca de la guerra en Siria y en Medio Oriente. Me atribuye una posición “chavista” y “reformista”, que consistiría en defender a Al Assad y a la intervención de Rusia y China al lado del gobierno sirio, sin aportar para ello la menor evidencia. Sorans parece haber olvidado que, en su condición de trotskista, su corriente política ha compartido, con Marea Socialista, casi diez años de chavismo crónico, prácticamente hasta el momento en que su dirigente más destacado en Venezuela fuera despedido de su cargo administrativo en Pdvsa. Ahora pretende haber descubierto en el PO, que siempre fue un crítico socialista de la experiencia bolivariana, un chavismo tardío, no ya en Venezuela sino en Asia y el norte de África, y pone un signo igual entre el chavismo y la teocracia iraní o la dictadura de Al Assad. También olvida que, a diferencia de todas las corrientes trotskistas en Argentina, sin excepción, nuestro partido condenó, desde el principio mismo, los atentados a la embajada de Israel y a la Amia, sin admitir de ningún modo la caracterización falaz de esas corrientes de que se trataba de una lucha del pueblo palestino, que habrían estado protagonizado los gobiernos de Irán y Siria, contra la opresión sionista proyectada a territorios extranjeros o contra comunidades judías, por el apoyo económico que brindan al sionismo. En ambos casos, la realidad nos ha dado la razón: ni el chavismo ‘boliburgués puso fin al capitalismo en Venezuela, mientras que los atentados no fueron otra cosa que una acción de estados reaccionarios que tienen un récord de traiciones al pueblo palestino, con la colaboración de los servicios de espionajes locales de Argentina. La historia es una diosa tan carente de piedad que ahora todas estas corrientes se han alineado con el centroizquierda, en el Congreso de la Nación, para reclamar “una comisión investigadora independiente” de esos atentados que aún sigue sin condenar. Devuelvo el honor que me ha concedido el compañero Sorans con un ejercicio de memoria.

Es obvio para cualquiera que nada está más lejos de la verdad que un supuesto apoyo de nuestra parte a las potencias imperialistas que desangran el Medio Oriente, sean quienes sean (aunque el imperialismo de Rusia y de China deba ser acompañado de otras consideraciones) ni a sus esbirros locales o a sus instrumentos políticos en el terreno. Más bien sería al revés: Sorans defiende una “resistencia siria” sostenida por el imperialismo yanqui y europeo, asentada en Estambul, con apoyo de Turquía, Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, y coaligada con el ala islámica de Al Nousra. Unos cinco años después de las grandes insurrecciones populares en Siria, el movimiento de masas ha sufrido derrotas crueles y calamitosas; en la guerra actual, los gobiernos, agrupamientos y “coaliciones” en presencia, son agencias más o menos directas de las grandes potencias que rivalizan a nivel mundial. El repudio de Sorans a la intervención de Estados Unidos es un saludo a la bandera, esto porque el imperialismo yanqui es el padrino político, diplomático, militar y logístico de la llamada resistencia siria, a la que Sorans reivindica como fuerza independiente y revolucionaria. En Medio Oriente, la guerra civil ha quedado supeditada a una guerra imperialista. Esto vale incluso para las milicias del Kurdistán - el único movimiento con intereses nacionales auténticos en esta guerra -, que operan condicionadas al apoyo militar del Pentágono USA. Sorans y su partido deberían mirar un poco a su izquierda en el mapa, y ver en qué se ha transformado lo que empezó como un movimiento popular en Libia. Libia ha sido literalmente destruida por el imperialismo. ¿A quién apoya Sorans, por ejemplo, en la batalla por el control de Sirte? Libia ha sido el escenario de un despojo nacional de los más trágicos de la historia. En lugar de apoyar los bandos imperialistas o pro-imperialistas, debería denunciar sí, ante el proletariado mundial, las masacres del imperialismo en el norte de África, para promover una lucha antiimperialista en las propias metrópolis. Esta es, sin embargo, la posición que él aborrece y que califica de “abstracta”.

Volvamos a Alepo. Después del ataque del compañero Sorans a mi artículo, Turquía se dio vuelta como un pañuelo, y ha decidido apoyar a Al Assad en términos condicionados, mientras continúa respaldando a la “coalición de fuerzas libres”. Turquía ha sido, a la vez, promotora de Isis y de la “coalición libre”, que alberga en su territorio. Desde la reunión de Erdogan con Putin, se ha puesto de los dos lados de la barricada, o sea en una posición de compromiso entre assadistas y anti-assadistas en esa ciudad. El ‘enemigo principal’ de Erdogan, en Siria, es definitivamente el movimiento kurdo, que sin embargo es apoyado por la Otan. Al Assad le devolvió a Erdogan la gentileza con el retiro del ofrecimiento a los kurdos de una autonomía condicionada en sus territorios. El vice de Obama, Biden, respaldó la invasión del norte de Siria de Erdogan contra los kurdos, mientras Obama advirtió a estos que el apoyo norteamericano estaba condicionado a que no lidiaran con Turquía - como si eso fuera posible! La batalla de Alepo se ha convertido en una guerra contra los kurdos, de parte de la potencia que sostiene a la coalición que apoya Sorans. La guerra imperialista en Medio Oriente ha subordinado a todas las fuerzas en presencia y las ha convertido en el sucedáneo de la intervención del imperialismo por el despojo político y económico de Siria.

La IV Internacional no debe apoyar de ninguna manera esta guerra imperialista, sino denunciarla para que los trabajadores de todo el mundo se movilicen por la expulsión del imperialismo del Medio Oriente entero. Nuestro método es el que aplicó Lenin en la primera guerra mundial: defendió el reclamo nacional de Serbia, pero declaró que esto no cambiaba el carácter imperialista de esa guerra. Lo mismo hizo Trotsky en la segunda: defendió la defensa militar de la URSS, pero caracterizó a la guerra como imperialista. Si se busca un ejemplo alternativo en la guerra civil española, hay que decir que ésta siempre tuvo la primacía política e histórica con relación a las intervenciones de Mussolini y Hitler.

Para quien se vea obligado a caracterizar lo que ocurre en el Medio Oriente, con pocos recursos informativos, puede apelar a un recurso ‘infalible’: de qué lado se encuentra Israel. La visita a Jerusalem del ministro de Guerra de Arabia Saudita, responde al interrogante: del lado de la resistencia que apoya Sorans, con el argumento de que esa resistencia combate a Irán, a Assad y Hizbollah y que tiene el apoyo de la Otan. Al mismo tiempo, Obama, Putin, Erdogan y Netanyhau tienen un pacto de no agresión entre ellos, incluido un sistema de alerta recíproca, para evitar ‘accidentes’ bélicos. Esta colaboración para evitar una guerra entre ellos y para contener la crisis imparable en el Medio Oriente, apenas alcanza, sin embargo, para disimular la rivalidad que los enfrenta - que será lo decisivo, en última instancia. Pero es precisamente en este punto que Sorans cierra su módica crítica a mi artículo, porque se niega a mirar el carácter mundial de este enfrentamiento meso-oriental

Rusia, primero, y China, después, llegaron tardíamente a la guerra en el Medio Oriente: antes habían acompañado, votado y apoyado el control del espacio aéreo votado por la ONU para Libia y la intervención de la Otan. Creían que el despojo petrolero de Libia sería equitativo; que se respetarían sus intereses petroleros en ese país. No lo fue. Escaldados por esta experiencia, rechazaron luego en Siria la intención de Turquía de crear una “zona de seguridad” en la zona fronteriza, y el propósito de USA de cerrar el espacio aéreo sirio. Putin puso a la fuerza armada de Rusia del lado Al Assad, aunque sin rechazar el planteo norteamericano de proceder a una “transición política” en Siria. Luego del reciente acuerdo Erdogan-Putin, Rusia deja hacer al ejército turco en esa pretendida “zona de seguridad”, que hasta ahora había rechazado. Es claro que en esta guerra, las milicias políticas y nacionales que empuñan las armas en la guerra civil, ocupan un lugar subordinado y que operan están condicionadas a una guerra que es imperialista.

No es solamente lo ocurrido en Libia, por supuesto, lo que le giró la cabeza a Putin. El Medio Oriente refracta un conflicto más decisivo para el aparato restauracionista ruso: la oposición a la oligarquía rusa de las naciones del Caucaso y de las naciones musulmanas de la ex URSS, en general, pero por sobre todo el conflicto con Ucrania. El compañero Sorans queda flojo de papeles internacionalistas cuando me critica el propósito de partir de una caracterización de conjunto, mundial, de las guerras en curso. Putin y el ex primer ministro de Ucrania, Yanukovitch, abandonaron la integración de Ucrania a la Unión Europea a último momento - cuando llegaron a la conclusión que era el paso final del capital financiero internacional para colonizar a la propia Rusia – una amenaza que había puesto fin a la experiencia de gobierno ‘neoliberal’ y clintoniano de Yeltsin.

Izquierda Socialista no lo ve de esta manera, por una razón poderosa: es que apoyó el derrocamiento de Yanukovitch, promovido en forma directa por los yanquis, porque lo ha caracterizado como “una revolución democrática”, como todas las que fueron punta de lanza de la restauración capitalista desde la guerra de Yugoslavia en adelante. El alineamiento real y efectivo de Izquierda Socialista y su corriente internacional con los peones de USA en Medio Oriente se apoya en esa misma caracterización. IS ha ido muy lejos por esta vía como para que le sea fácil salir de esta la armadilla que ella misma se ha armado. En Brasil, al grupo que acaba de romper con el Pstu le llevó un cuarto de siglo reconocer que no hay nada de ‘revolución democrática’ en la restauración del capitalismo sino una derrota obrera internacional (aunque ahora se está metiendo en un atolladero de signo opuesto). No habrá ‘arreglo’ real en Siria entre la Otan y Rusia sin un ‘arreglo’ de la cuestión ucraniana, que, sin embargo, es innegociable para ambos bandos en última instancia. La cuestión es, en definitiva, el destino final de la restauración capitalista en el territorio de la Revolución de Octubre, restauración que implica un nuevo reparto del mundo. Lo mismo vale, con otras características, para China. Estos ‘imperialismos’ (Rusia y China) se encuentran amenazados por una regresión colonial, a partir de las contradicciones insuperables, a mediano plazo, de la restauración capitalista. Debo suponer que el compañero Sorans descalifica mi esfuerzo por caracterizar el Medio Oriente a partir de una caracterización más general, porque no ve las implicancias negativas de su método. Si no estoy mal informado (me disculpo por anticipado), su corriente ha hecho alianzas electorales en Venezuela con corrientes ‘escuálidas’, así como rechaza el carácter golpista de la destitución de Roussef, a partir del persistente eufemismo de las ‘revoluciones democráticas’ que tan bien han servido al imperialismo y a las burguesías nacionales.

Bueno, Sorans, seguiremos charlando